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CRÓNICAS DE UN FENTANILO CONTAMINADO

por: Paula Barrionuevo

Entre abril y agosto de 2025, al menos 87 pacientes murieron tras recibir fentanilo contaminado durante su internación hospitalaria, y otros nueve casos siguen bajo investigación, lo que podría elevar la cifra a 96 fallecidos, según la investigación judicial del juez federal Ernesto Kreplak.
Lo más increíble —e indignante— es que hablamos de un analgésico de uso hospitalario, producido en laboratorios habilitados, distribuido y administrado en quirófanos. Ampollas que deberían aliviar el dolor y que terminaron siendo un arma mortal. A pesar de que la tragedia se acerca al centenar de muertes, no ha recibido atención mediática constante y por eso te lo contamos acá. 

Entonces ¿qué es el fentanilo y cómo se usa?

El fentanilo es un opioide sintético 100 veces más potente que la morfina, utilizado en anestesia y tratamientos de dolor severo. En Argentina no se vende al público ni bajo receta, porque su uso está restringido a hospitales y sanatorios. Bajo supervisión médica, es seguro e indispensable. El jefe de toxicología del Hospital Fernández, Carlos Damin, lo describe así: “Es un analgésico y anestésico que hace más de 40 años que está en uso en nuestro país, indispensable para todas las cirugías, las terapias intensivas, para facilitar las intubaciones y la respiración artificial cuando un paciente lo requiere”.
En este caso, el problema fue la contaminación bacteriana en la fabricación: el veneno llegó a los pacientes directo de fábrica.

Los lotes contaminados

La investigación judicial apunta a que el lote 31202 fue producido en diciembre de 2024 por HLB Pharma Group y Laboratorio Ramallo. En él se encontraron bacterias como Klebsiella pneumoniae y Ralstonia pickettii. La Justicia calcula que, de las 154 mil ampollas contaminadas que fueron distribuidas a diferentes sectores del país, el 28% fueron administradas a pacientes y se pudo recuperar casi la totalidad restante. Sin embargo, el número de víctimas empeora a medida que pasa el tiempo. 

Cronología de las muertes por fentanilo contaminado: 

En abril de 2025, el Hospital Italiano de La Plata (provincia de Buenos Aires) comenzó a registrar un brote de infecciones respiratorias graves en pacientes internados en terapia intensiva. Al tratarse una infección por bacterias que no eran de la colonia del hospital (Klebsiella pneumoniae y Ralstonia pickettii) se inicia una investigación interna que tiene como resultado el vínculo común del fentanilo en todos los pacientes y el posterior analisis del analgesico da positivo para estas bacterias.
El 7 de mayo, este centro de salud comunicó los casos y los primeros fallecimientos, y al día siguiente la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) lanzó una alerta para suspender el uso en todo el país del lote 31202 de fentanilo producido por HLB Pharma, “al encontrarse en investigación por desvío de calidad”, para días después prohibir el uso, la comercialización y la distribución en todo el territorio nacional de ese lote específico y ordenar la recuperación de todos los lotes del producto. 
Posteriormente, se dictó la Disposición 3158/25, que inhibe la producción de la planta bonaerense de HLB Pharma y Laboratorios Ramallo “hasta que se hallen las condiciones técnicas y sanitarias” para levantar esa medida.

¿Por qué pasó esto?

La ANMAT había detectado graves fallas en la producción de HLB Pharma desde 2018, pero los informes que advertían sobre estos incumplimientos no tuvieron respuestas inmediatas. Entre el 28 de noviembre y el 12 de diciembre de 2024, la ANMAT inspeccionó la planta de laboratorios Ramallo y detectó “deficiencias significativas clasificadas como críticas y mayores” en todas las áreas esenciales (seis días después se produjo el lote 31202 de fentanilo contaminado).
Pese a todas estas advertencias, el laboratorio siguió funcionando. La orden de frenar la producción llegó recién el 10 de febrero de 2025, casi dos meses después, cuando los lotes contaminados ya estaban en circulación. En marzo de 2025, un informe del Instituto Nacional de Medicamentos (INAME) alertó sobre irregularidades en estos laboratorios, pero el instituto no tomó medidas al respecto, hasta que empezaron a aparecer los primeros fallecimientos adjudicados al fentanilo contaminado.
El ministro de Salud, Mario Lugones, ha declarado que espera el resultado de un sumario interno para determinar si hubo fallas en el accionar oficial, especialmente del INAME. Sin embargo, en una reciente entrevista, el ministro evitó asumir responsabilidad directa, señalando que la ANMAT es la encargada de regular y habilitar laboratorios, eludiendo así la responsabilidad de su propio ministerio en la supervisión y control de estos organismos. Además, uno de los aspectos más críticos de esta crisis fue la falta de trazabilidad del fentanilo contaminado. El juez Kreplak señaló que en Argentina el fentanilo no es un producto trazable, lo que dificultó enormemente la identificación y retiro de las ampollas contaminadas. La ausencia de un sistema de trazabilidad efectivo permitió que el fentanilo contaminado circulase sin control, exponiendo a miles de pacientes a riesgos innecesarios.

¿Y pasó algo en Tucumán?

Acá en tucuman no hubo damnificados por estos lotes contaminados, según declaró el ministro de salud provincial Luis Medina Ruiz: “La alerta fue hace varios meses ya y, apenas fuimos notificados por declaración de ANMAT, se retiraron de forma preventiva todos los medicamentos, no solamente el fentanilo, sino todos los provenientes de ese laboratorio, incluso los de presentación en comprimidos fueron retirados de stock y se mantuvieron en cuarentena. A la vez se efectuó un seguimiento muy estricto, para detectar si teníamos algún paciente que haya recibido el fentanilo y fallecido, fuimos requeridos por la justicia en su oportunidad he hicimos nuevamente una investigación y podemos confirmar que no tenemos ningún fallecido en la provincia por ese medicamento, queremos llevar y transmitir tranquilidad a la población”.
Aún así, este caso expone algo más profundo que un error de laboratorio: expone los resultados de un Estado que prefiere la desregulación, gestiona controles tardíos y deja a la salud pública al borde del abismo con la desfinanciación. La realidad es que el Ministerio no puede desligarse. El Estado es el garante último de la seguridad sanitaria. Si ANMAT detecta irregularidades y no actúa a tiempo, la responsabilidad es tanto del organismo como de quien lo supervisa.
Este no es solo un caso de negligencia sanitaria. Es una evidencia dolorosa de que, cuando el Estado falla, la salud deja de ser una garantía. Sin un sistema de trazabilidad efectivo, sin controles serios y sin un Ministerio de Salud que asuma su rol, la salud pública seguirá siendo vulnerable al interés privado y a la negligencia.

Meta Crisis, periodismo desde la periferia. Tucumán, Argentina