Por: Martín Dzienczarski González
La crisis en las universidades nacionales de todo el país avanza hacia su destrucción en el segundo año de la gestión de Javier Milei al frente de la Casa Rosada. El desfinanciamiento pone al límite el sistema de educación superior pública, así como también el sistema científico del país. El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y el Frente Sindical de las Universidades Nacionales convocaron para hoy a una nueva marcha federal por la educación, esperando que al fin haya alguna dignidad salarial. Cómo será de grave que hasta los rectores piden lo mismo que los gremios. Se vuelve a insistir por un proyecto de Ley de Financiamiento para las universidades, pero no se entusiasmen porque el Gobierno que gestiona con un Presupuesto de 2023 reconducido ya avisó que volverá a vetarlo, como con las leyes de recomposición de jubilaciones y de las universidades del año pasado. ¿Habrá nuevos “héroes” en el Congreso?
¿Es necesario contar con un buen sistema científico y de educación? Aunque no pueda creer que tenga que hacer esto, si le preguntamos a META IA la respuesta es: “sí, la inversión en ciencia y universidades es crucial para el desarrollo del país” y cita un informe de la CIN defendiendo el financiamiento. Hasta el sentido común forjado por multimillonarios de Estados Unidos dice que el plan de desfinanciamiento de Milei está mal. Digo, ahora que hace falta responder lo obvio, como que mantener las rutas es mejor que eliminar la obra pública (spoiler: el estado de las rutas nacionales en media gestión de LLA es crítico: hasta el diario La Nación de Trebucq y cía dice que uno de cada dos kilómetros está en mal estado).
¿Se acuerdan cuando se decía que los gobiernos previos, de signo peronista, querían a la gente sin educación? Bueno, parece que se proyectaba mucho, porque la malaria presupuestaria es de LLA. Los trabajadores universitarios buscan cualquier cosa para ganar dinero, cambian de carrera, y los científicos que pueden se van afuera o se quedan acá… trabajando de UBER. Volvimos a los 90 y otra vez quedamos del lado que ni siquiera disfruta con la “plata dulce” hasta que se hunda el barco.
A esto lo escribo en primera persona porque además de periodista y comunicador, que trabaja en espacios públicos y privados, también soy docente universitario. También lo explico porque quiero mostrar con brevísimos números y tomando mi sueldo docente que “Todo Marcha Acorde al Plan -TMAP”, porque el objetivo central es fundir la educación, por eso las universidades están peor que nunca, como tantas cosas, como un hospital nacional de pediatría llamado Garrahan.
Comparemos la jubilación mínima, la dieta de un senador o senadora y el salario docente, en este caso, el mío: Auxiliar Docente Graduado (AGD), semidedicación (20 horas semanales), con menos de 5 años de antigüedad porque rendí concurso para acceder como docente regular en agosto de 2022. La comparación será con los montos de diciembre de 2023 con los de mayo de 2025 (último sueldo cobrado). ¿Por qué comparar un sueldo docente, una jubilación mínima y la dieta de un senador? Porque son tres asignaciones estatales que pagamos todos los argentinos con nuestros impuestos.
En diciembre de 2023 la jubilación mínima era de $ 160.713, sumando el bono de $ 55.000. Con los datos de mayo de 2025, la jubilación mínima (contemplando el bono de $ 70.000) alcanza los $ 374.723. Aplicando la consabida regla de tres simple, la jubilación mínima aumentó en este lapso un 133%.
Si comparamos con el salario de un senador, en diciembre de 2023 un miembro de la Cámara Alta cobraba alrededor de $ 1.770.000 de dieta. Si comparamos con los datos para mayo de 2025, aproximadamente, la dieta trepa a $ 9.500.000. ¿El porcentaje de aumento en el mismo periodo? La calculadora nos muestra que la casta se dio un 436% de paritaria, bastante más que los jubilados de la mínima. Con razón hay marchas todos los miércoles, ¿no?
Pasemos a los salarios docentes, tomando mi salario: el del cargo docente graduado más bajo, con semi dedicación (ni simple -que son 10 horas semanales-, ni full time -40 horas semanales). En diciembre del 2023 mi salario fue de $ 214.000. El mes pasado la boleta me entregó en mano $ 397.000. Es decir, tuve un aumento salarial del 85%. Vamos de nuevo: a un senador se le incrementó la dieta -con estos datos- un 436%, a un jubilado de la mínima un 133% y a un docente universitario que escribe estas líneas un 85%.
Hay un dato que resulta clave: la inflación medida en el periodo diciembre de 2023 a mayo de 2025. La calculadora de inflación de Chequeado nos facilita la vida: en este periodo la inflación registrada fue del 209%. La jubilación mínima ajustada a inflación en este periodo en vez de $374.723 debería alcanzar los $ 660.770 (siempre con bono, tampoco vayamos a dar tanta dignidad). Mi salario atado a inflación debería ser aproximadamente $ 662.000 para mantener los mismos niveles salariales que en la gestión anterior, en la que los sueldos no eran particularmente altos y también los gremios tomaban medidas de fuerza.
¿Un senador? Con la misma calculadora, lógicamente que deberá ser menor a los $ 9.500.000 porque debería ajustarse al 209% de inflación y no a los 436% aplicado… $ 5.476.275. Se aumentaron 4 millones de pesos extras. Ups, qué distraída Victoria Villarruel.
La consecuencia de esta política salarial es evidente: en 15 meses alrededor de 10.000 docentes abandonaron la docencia universitaria por otros trabajos, sea investigar para otros estados que sí apoyan la ciencia, emprendimientos o hasta manejar un UBER. El dato es de Fernando Peirano, titular de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación durante el gobierno anterior.
El año pasado el costo fiscal de la mejora salarial vetada fue del 0,14% del PBI… La exención de Ganancias de jueces y funcionarios del Poder Judicial equivale al 0,16% del PBI. Parece que al final los “degenerados fiscales” buscan favorecer a jueces federales o empresarios tech con un régimen de exención de impuestos en vez de apostar por la educación. ¿En qué país querés vivir, en uno con educación de calidad o sin educación de calidad? El año pasado la excusa de todo era que antes había que llevar adelante auditorías firmes para mejorar las universidades. El sistema ya era de los más auditados de la Nación, así que ahora ni siquiera hay excusa, sobre todo después del escándalo de $Libra que nuestro presidente prefiere que no se investigue. Los caminos de la vida…
¿Qué piden los rectores del CIN y la comunidad educativa toda? Más presupuesto para las universidades, más inversión en educación superior y en ciencia. Nuevamente, junto a una convocatoria para reunir un millón de firmas, el CIN y los gremios vuelven a pedir apoyo para aprobar otra vez -esperemos que sin veto- un proyecto de Ley de Financiamiento de la Educación Universitaria que, entre otros puntos, propone llevar la inversión en educación al 1,5% del PBI para 2031, elevando progresivamente la inversión desde el 1% del PBI actual.
¿Cómo sigue la historia? Probablemente con un anuncio mentiroso que incrementa el crédito presupuestario pero que ni siquiera es un parche porque estamos con un Presupuesto de 2023 reconducido, así que apenas alcanza para mantener la luz pagada hasta diciembre. Los docentes que quedamos sólo seguimos por vocación, pero la resistencia no es infinita. ¿Quién va a dar clases si sigue este berretín ajustador? El Negro Rada hizo una canción en la que preguntaba ¿quién va a cantar?, y que empezaba así:
Cuando se pierda toda la poesía
cuando la gente solo sobreviva
cuando el cansancio mate la alegría
Seremos una máquina de trabajar
Yo quiero preguntar ¿quién va a cantar?
