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Por quinta vez consecutiva, Jaldo será candidato a diputado en elecciones de medio término

Por REDACCIÓN META CRISIS

En atletismo el testimonio es un barra metálica de 30 centímetros que debe pasarse de mano en mano en las carreras de relevo: quien empieza debe pasarle el testimonio, testigo o posta al siguiente para que siga corriendo y pasa la posta sucesivamente hasta que se llega a la meta. En política, cuando se dice “testimonial” hablamos de presentarse como candidato sabiendo que no se asumirá o que no se completará mandato.
Muchos partidos y candidatos lo hacen, y de distintas maneras: presentándose para dividir al electorado -sin posibilidades de triunfo-, siendo candidato a sabiendas de que al ganar no va a asumir o no va a completar el mandato. Termina siendo un engaño: me propongo para algo que no voy a cumplir de antemano.
¿Es un delito? ¿Es desleal? ¿Daña la democracia? Patricio Adorno, politólogo (UNSTA), docente universitario en la carrera, socio de la Consultora Meraki lo explica de manera bien sencilla para META CRISIS. “Por definición, la candidatura testimonial es cuando un candidato se presenta a elecciones y sabe que no va a asumir. Se utiliza porque suele requerirse una figura fuerte, atractiva para el electorado y que traccione votos. Su uso es una decisión política, es legal si el candidato cumple con los requisitos para poder presentarse”, comentó Adorno. 
“Su uso sistémico genera un profundo daño en la representación política, que se erosiona, y da motivos a la apatía electoral. Nosotros le preguntamos a la gente qué tantas ganas tenía de ir a votar y el 40% no tiene ganas de votar porque siente que su voto no cambia nada, que son siempre los mismos y no hay personas diferentes. No hay candidatos que sean atractivos y entonces se sigue erosionando el componente participativo, el más importante de la democracia”, agregó el politólogo.
El fenómeno de las candidaturas testimoniales, explicó Adorno, también fue objeto de los estudios de la Consultora Meraki: “lo preguntamos acá en la provincia, ¿estarías dispuesto a votar a un candidato que sabés que no va a asumir pero ganaría tu espacio? Y la respuesta fue negativa, ni siquiera pragmáticamente es bien visto, salvo para sectores muy politizados. Una cosa es una candidatura testimonial individual y otra cosa es si es sistémico, porque genera un daño profundo en la propia representación política que se erosiona y da motivos a la apatía electoral que hay. Nosotros le preguntamos a la gente qué tantas ganas tenía de ir a votar y el 40% que no tiene ganas. Dice que su voto no cambia nada, que son siempre los mismos y que no hay personas diferentes. No hay candidatos que sean atractivos entonces seguis erosionando el componente participativo de una democracia”.  Y agregó: “Osvaldo Jaldo, Javier Milei, Rossana Chala tienen el mismo problema de base: su peso político y relevancia es tan fuerte que no tienen otras figuras que los representen que no sean ellos, eso hace que su capital simbólico no sea trasladable a otra figura que pueda compartir costos políticos de la gestión. Así, se vuelve difícil elegir a otras figuras para validar o plebiscitar una gestión, es una ventaja y un problema en simultáneo”. 

Jaldo y un ejercicio del poder
Se acercan nuevamente las elecciones de medio término: en octubre se renueva la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, y para los que encabezan los ejecutivos se trata de un plebiscito de la gestión. Es la hora de medir fuerzas. El gobernador Osvaldo Jaldo volverá a ser candidato a diputado, aunque todos suponemos que no dejará el para ir al Congreso. Es la quinta vez que será candidato a diputado en elecciones de medio término. Siempre encabezó la lista, desde 2009 hasta hoy, en todos los comicios de medio término. 
¿Por qué un gobernador querría ser candidato a diputado? La lectura de Casa de Gobierno es que si el líder del peronismo tucumano encabeza la lista no habrá dirigentes que hagan la “plancha” y militen en la campaña a media máquina por un candidato con menos “chapa”, con quien quizás hasta estén enfrentados en internas. La palabra que mejor explica esto es “TRACCIÓN”: tirar de algo para moverlo o arrastrarlo. 
¿Es legal? Ser candidato y dejar asentado expresamente que no desea asumir suena desleal, por eso la declaración siempre es “estar donde el movimiento lo requiera”. En 2009 la oposición impugnó las candidaturas a diputado nacional de Daniel Scioli y de Sergio Massa ya que se consideraba que eran testimoniales, pero la Justicia rechazó las presentaciones ya que no se podía probar que no fueran a asumir luego de los comicios. Es una decisión política, que puede reprocharse éticamente.
¿Qué necesita Jaldo? Imponerse y no perder bancas. ¿Por qué? Porque LLA ha ganado terreno en las elecciones provinciales y si el peronismo resulta segundo (aunque igual se reparta los diputados miti-miti con el mileísmo), significa que de cara a 2027 la provincia sería “ganable”. Al escenario se suma un fenómeno en crecimiento: cada vez más gente elige no votar. El ausentismo cada vez es una porción más grande de la torta.
La primera vez que Jaldo fue candidato a diputado como cabeza de lista en elecciones de medio término fue en 2009, junto a Stella Maris Córdoba, Juan Salim y Miriam Gallardo. Jaldo, entonces era ministro de Interior de José Alperovich. Cristina venía de la derrota política en el Congreso con el voto “no positivo” de Julio Cobos. Jaldo luego desistió y así llegó a la banca Miriam Gallardo.
En las elecciones de medio término de 2013, el gobernador era otra vez Alperovich. Si bien se anticipaba como candidatos a diputados a la dupla Alperovich-Amaya, las críticas frente a una candidatura testimonial obligaron a cambiar la nómina: los nuevos candidatos del PJ serían Juan Manzur (ministro de Salud de la Nación) y Jaldo (ministro de Interior). Manzur no asumió, Jaldo juró en su banca “por la memoria de Néstor, la conducción de Cristina y el mejor gobernador de la historia de Tucumán, José Alperovich”. Dejó la banca a los pocos meses para seguir como ministro de Interior provincial. Ahí comenzó la dupla Manzur-Jaldo, que dominó la política tucumana por una década -al menos hasta ahora-.


Llegamos a 2017: Jaldo era vicegobernador y en medio de la presidencia de Macri, volvía a encabezar una nómina para Diputados por el PJ, junto a Gladys Medina. El peronismo retuvo las dos bancas en juego, pero Jaldo siguió como vicegobernador: las bancas fueron para Medina y para Pablo Yedlin, el tercero de la lista. El PJ superó otra prueba, saliendo fortalecido electoralmente. Arrasó en 2019.
Ya estamos en 2021, en plena interna peronista entre Juan Manzur y Osvaldo Jaldo. Como había PASO, hubo dos listas del peronismo: una encabezada por Rossana Chahla y otra por Jaldo. La distribución de votos de la interna le otorgaba a la lista jaldista un lugar. Como en una partida de ajedrez, Jaldo presentó su renuncia como precandidato antes de la proclamación de la Junta Electoral, lo que le permitió que el corrimiento de lugares permitiera que ingrese Agustín “Tin” Fernández, de su espacio, a la lista. Si lo hacía después, aquella banca podría quedar para un “manzurista”. Masterclass. Tenés que cerrar la Junta Electoral, los genios hacen eso (?) 

Mucha agua corrió bajo el puente: atentado a Cristina, fracaso del gobierno de Alberto Fernández que terminó atado con alambre por Sergio Massa, triunfo de Milei, ruptura con Manzur, fractura del bloque del PJ en el Congreso y negociación constante con la bancada Independencia, reconciliación con M anzur, condena y domiciliaria para Cristina… Y ahora Jaldo vuelve a ser candidato. ¿Asumirá? ¿Cómo quedará estructurado el mapa de la política provincial y nacional? Lo sabremos a partir del lunes después de las elecciones… ¿será una adelanto de los resultados en 2027? Más allá del pragmatismo político, este es un cuestionamiento desde la izquierda, ¿le sirve a la Democracia que se tomen medidas que debilitan el sistema y generan las condiciones que le permiten a las figuras como Milei el acceso al poder? ¿A quién le sirve, a largo plazo, que continúen las candidaturas testimoniales?

Meta Crisis, periodismo desde la periferia. Tucumán, Argentina