Esta semana, un joven de 24 años pasó cinco horas subido a la antena de una comisaría en El Manantial, pidiendo ayuda desesperada para superar su problema de adicciones.
En un contexto de crisis de salud mental y de consumo problemático de sustancias, el Gobierno de Tucumán promulgó una ley que busca garantizar una atención integral, comunitaria, no manicomial y con enfoque de derechos humanos.
La Ley N° 9923, sancionada por la Legislatura en septiembre, se propone coordinar acciones entre ministerios, promover la prevención y detección temprana, y asegurar capacitación y acceso a tratamientos.
La norma actualiza la adhesión de la provincia a las leyes nacionales de Salud Mental y de Prevención del Suicidio. Es decir, el nuevo texto es una modificación de la Ley N° 8.726 —mediante la cual Tucumán había adherido a la Ley Nacional de Derecho a la Protección de la Salud Mental (N° 26.657)— e introduce cambios en la Ley N° 8.921, de adhesión a la Ley Nacional de Prevención del Suicidio (N° 27.130).
Para analizar el impacto de esta norma provincial, consultamos con tres profesionales que trabajan la temática, quienes valoraron aspectos positivos y también expresaron inquietudes sobre ciertos puntos, como los referidos al presupuesto y al Órgano de Revisión provincial.