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Viajar mal, más caro y peor: el boleto mínimo volverá a subir en Tucumán

por: Paula Barrionuevo

El boleto del transporte público urbano volverá a aumentar en San Miguel de Tucumán e impactará en los bolsillos tucumanos antes de que termine el 2025. El Concejo Deliberante autorizó una suba del 31% para las 14 líneas urbanas, que llevará la tarifa de los $950 actuales a $1.250, aunque todavía nadie sabe decir exactamente cuándo comenzará a regir el nuevo importe.
La medida surge de un dictamen emitido por la Comisión de Transporte y Tránsito por un pedido de la Asociación de Empresarios del Transporte Automotor de Tucumán (AETAT) y se aplicará cuando la Municipalidad promulgue la ordenanza y SUBE pueda actualizar las lectoras. Entonces, si bien aún no hay fecha confirmada, todo indica que el incremento se hará efectivo en los próximos días.
Esta suba fue una de las “acciones” que el Municipio pactó con las empresas para destrabar la crónica crisis del sector, que el mes pasado mantuvo a la capital sin colectivos durante 48 horas. Un escenario que no sorprende y que se ubica como un episodio “más” dentro de una secuencia de paros que se repite año tras año y que evidencia un conflicto estructural que nunca termina de resolverse. 

Una crisis que vuelve una y otra vez

De hecho, el conflicto más reciente comenzó en la semana después de los comicios del 26 de octubre. En 7 días, los prestadores del servicio solicitaron más subsidios y una urgente actualización de la tarifa (argumentando la baja de subsidios nacionales, aumentos de costos y baja de consumo de parte del usuario debido al uso de uber moto). La crisis, casualmente, se concentró solo en las líneas urbanas de la Capital, mientras las provinciales siguieron funcionando con normalidad. 
El desenlace siguió el manual: sueldos atrasados, paro de UTA, miles de usuarios sin servicio, mesas de diálogo y finalmente la Intendencia adelantó fondos (unos dicen subsidios y otros, compensaciones tarifarias): así terminó el paro. Esto vino acompañado por la promesa de actualizar la tarifa, que se concretó el pasado jueves 4 de diciembre cuando los concejales aprobaron el aumento, entre otros proyectos sancionados.
En el expediente donde las empresas pidieron el incremento los empresarios insistían que según sus cálculos el boleto técnico debería costar $2.005,84 para “cubrir realmente” el servicio. Pero, como el sistema “está en crisis” y pierde pasajeros todos los meses, plantearon una alternativa más digerible y que impacte menos en la economía del usuario: llevar la tarifa a valores parecidos a los de Córdoba o Rosario, es decir, cerca de $1.500. 
El documento también aporta datos interesantes sobre el estado del sistema de transporte: en septiembre se vendieron 2,7 millones de boletos, un 30% menos que el año pasado. En paralelo, el esquema de subsidios se sostiene. La Provincia pone $4.900 millones por mes, más $3.000 millones para cubrir parte del pasaje de jubilados y estudiantes. Solo las líneas urbanas reciben $1.900 millones. Y aun así el servicio sigue funcionando con la misma fragilidad e ineficacia de siempre.
Después de la última crisis, la Municipalidad tuvo que adelantar fondos y sumar un aporte extra de $1.000 millones para que la parálisis no se extienda. A eso se le añade que la intendencia abona el 53% del valor de cada boleto con el beneficio del Boleto Educativo. Y mientras tanto, desde el arribo de Milei se redujeron al mínimo los subsidios nacionales, salvo para el AMBA (obviamente) y la brecha se hizo más evidente: acá pagamos $1.250, allá $593,52 (gracias a descuentos que brinda la SUBE por registrarla a tu nombre). 
A esto se suma otra novedad aprobada junto al aumento del pasaje: la actualización del esquema de abonos sociales. El abono de 88 viajes quedará en el 75% del boleto; los de 44 y 22 viajes, en el 80%. Todos con un incremento significativo respecto de los valores actuales. Y como ocurre cada vez que se mueve la tarifa capitalina, la Provincia actualizará el valor del boleto de las 56 líneas metropolitanas y rurales, cuyos pasajes ya superan los $1.200. Con la nueva escala, muchas de esas tarifas podrían ubicarse por encima de los $1.500. 
A la hora de justificar la amplia mayoría en la votación en el concejo se recordó que la tarifa del servicio estuvo congelada durante más de un año (14 meses para ser exactos) , teniendo en cuenta que la suba anterior, de $690 a $950, se implementó en octubre de 2024. El concejal José María Franco expuso que la actualización que se otorga es inferior a la inflación acumulada desde el anterior incremento (que ronda el 45%), y que el objetivo es sostener la actividad. Sin embargo debemos tener en cuenta que lo que no aumentó tampoco en el mismo nivel y en el último año es el poder adquisitivo. 

Viajar en transporte público se vuelve un lujo

En la mayoría de los países, el transporte público ronda el equivalente a un dólar, pero aun así recibe subsidios importantes. ¿La razón? Sencilla: garantizar un servicio de calidad y mantenerlo accesible para que la gente lo use, reducir autos particulares, evitar ciudades colapsadas y disminuir la contaminación. Acá, el esquema es al revés: cada aumento vuelve al servicio menos accesible, más ineficiente y paradójicamente, más dependiente de los subsidios.
Para medir cuánto pesa realmente el boleto en el bolsillo, la ingeniera especializada en movilidad Lucía Matarazzo trabaja con la “asequibilidad” del transporte público en Córdoba tomando el porcentaje del salario mínimo que representan 45 viajes mensuales como unidad de comparación (incluye viajes para trabajar y para pasear). 
Si aplicamos esa misma lógica en Tucumán, el panorama es claro: con el boleto mínimo urbano a $1.250, los 45 boletos costarán $56.250. Y con el Salario Mínimo Vital y Móvil (en su valor más bajo en 30 años) que en enero de 2026 subirá a $341.000 (un tercio de la canasta básica, sin alquiler). El índice de asequibilidad nos da que los 45 viajes representan el 16% del sueldo mínimo mientras que en la mayoría de las ciudades del mundo, ese índice es menor al 5% (convengamos que también los sueldos mínimos son más altos). 
Así, el transporte público tucumano, entonces, es caro para los sueldos de pobreza que (lamentablemente) tiene la gran mayoría. El problema, sumado a la inflación, ahora es de poder adquisitivo: las cosas aumentan menos que antes, si, pero los sueldos están congelados y el consumo se derrumba. 
El transporte público diagramado con empresas privadas está en crisis en Tucumán, pero también en el resto del país. El problema, más que nunca, son los sueldos. Con sueldos bajos, un transporte público de regular para abajo, acompañado de la regularización de las aplicaciones de transporte (incluidos Uber y Didi moto, que cuentan con las tarifas más bajas del mercado), la calidad de vida para trasladarse será peor. Nada es más seguro que viajar en colectivo, pero tiene que ser un buen servicio (y no lo es).

Meta Crisis, periodismo desde la periferia. Tucumán, Argentina